viernes, 28 de junio de 2013

El efecto Darth Vader

Cuando se pregunta a un actor que ha tenido que interpretar un papel antagonista sobre su experiencia sus respuestas siempre suelen comentar sobre la experiencia enriquecedora que ha sido para ellos como actores; suelen hacer referencia a los matices del personaje, de lo interesante que es interpretar a un personaje así y dan una explicación para la maldad del personaje. Moralmente los antagonistas dan lugar a muchas más dudas de lo que lo hacen los héroes. Te hacen plantearte temas tan discutidos filosóficamente como la responsabilidad, el destino, la influencia de la educación, y del entorno y el peso de nuestras decisiones en la determinación de lo que somos. Estas dudas permiten a los espectadores conectar con el villano, descubrir la humanidad que ha quedado oculta detrás de sus desmanes; y es esta conexión la que permite sentir empatía e incluso piedad del personaje, transformando el villano en un antihéroe. Esta sutil diferencia es la que le da toda la profundidad al personaje que pasa de ser un arquetipo a un ser humano con sus luces y sus sombras.

Pero esta riqueza arrastra consigo un dilema. En la conciencia moral de todo ser humano está grabada a fuego la inmoralidad de matar a otro ser humano; en el momento en el que identificas a un villano como un ser humano, empatizas con él, sientes lástima e incluso llegas a cuestionarte moralmente el hecho de que al final de la obra, el villano muera a manos del protagonista.

Esto plantea un problema al autor, cómo hacer que el lector/espectador no identifique al villano con un ser humano y por tanto que no sienta compasión por él. La respuesta está clara: deshumanizando al personaje, haciendo que no parezca humano; de esta forma el dilema moral de matar a un ser humano desaparece. Lo he llamado efecto Darth Vader

La forma más fácil y simple de hacer esto es ocultando su nombre, dándole al personaje un nombre o apodo despectivo, de esta forma desdoblas al villano quitándole una de las características más importantes que constituye la humanidad de una persona. Un ejemplo muy claro de esto lo encontramos en la canción “bárbaros” de la película de Pocahontas de Disney. Es la arenga de los líderes de los colonos y de los indios antes de la batalla que se prepara. Es curioso ver como el contenido de ambos discursos es el mismo, no están luchando contra personas como ellos, se trata de bárbaros, salvajes, animalizando por completo al enemigo, despojándolo de su condición humana y marcando una clara diferencia entre nosotros y ellos. Curiosamente cuando ambos bandos se reconocen como iguales la lucha termina, ambos bandos se niegan a combatir y matar a un igual. Ya no son bárbaros, son seres humanos.


Un hecho similar ocurre al principio de los Miserables: en la primera confrontación entre Jean Valjean y el Inspector Javert, éste se refiere a Jean Valjean como 24601 a lo que rápidamente responde Valjean: “Mi nombre es Jean Valjean”. En este momento recupera al tiempo su identidad y su dignidad. 24601 es un ladrón y un prófugo; Jean Valjean es uno de los más importantes héroes de la literatura francesa.


Pero hay un paso más en la deshumanización de los personajes cuando esconder el nombre no  es suficiente. Se trata de cubrir su cara o de desfigurarla de forma que no se pueda reconocer de ninguna forma a la persona detrás del personaje.
Un gran ejemplo de esto lo encontramos en el Señor de los Anillos. Muy poca gente sabe que los orcos fueron en su día elfos que fueron torturados por Melkor (un malvado Dios élfico, o valar), hasta que se convirtieron en seres malignos, con una apariencia repulsiva acorde a su alma corrompida. (Esta relación entre aspecto repulsivo y alma corrupta aparece en otras obras). Probablemente si los orcos fuesen simplemente elfos malvados podrías sentir lástima de ellos e incluso empezar a preguntarte acerca la tragedia de su destino; al desfigurar su aspecto se evita toda consideración moral.
Algo parecido ocurre con los Nazgul. En su día fueron poderosos hombres: reyes, hechiceros y guerreros de la antigüedad.  A través del poder de los anillos alcanzaron gran poder, gloria y conocimiento, además de la inmortalidad. Sin embargo sucumbieron al poder del anillo y se convirtieron en esclavos de Sauron. En este momento se convirtieron en espectros, sólo visibles para el portador del anillo. 

En otra saga legendaria podemos encontrar ejemplos de personajes donde el aspecto externo es un reflejo del estado del alma del personaje. En Star Wars todos los villanos tienen un aspecto inhumano o antinatural. Sólo hay una excepción a esta generalidad: el conde Dooku, un hecho del que hablaré más adelante. Sin embrago hay que destacar que en esta saga se da un paso más con respecto a la relación de la belleza y la humanidad con el bien: villanos, que no son identificados como tal hasta que su apariencia no ha cambiado, hasta que no han perdido su aspecto humano.

[Spoiler Alert: si no has visto las películas deja de leer y vete a verlas ya mismo]

 Esto sucede con el Emperador Palpatine quien queda desfigurado en una lucha con el Jedi Mace Windu momentos después de haberse revelado ante Anakin Skywalker como un maestro Sith, Darth Sidious.



En el caso de Anakin su degradación física es una consecuencia directa de su traición a la orden Jedi; en su lucha con Obi Wan Kenobi, quien le perseguía para detenerle por la masacre en el templo Jedi, éste le corta las piernas cayendo en la lava hirviente, quedando así completamente desfigurado. La solución a su muerte casi inevitable le aleja aún más de la humanidad, prolongando su vida de forma casi antinatural y deshumanizando aún más su apariencia. Al final de la saga estos tres conceptos de bondad, humanidad y muerte natural confluyen. Darth Vader se sacrifica para salvar la vida de su hijo Luke y acaba con el emperador, quedando herido de muerte. Es en este momento cuando le pide a Luke que le despoje de la máscara que le permite respirar para poder ver la cara de su hijo con sus propios ojos. Renuncia a la vida artificial que la máquina le proporciona mostrando su rostro humano, recuperando su humanidad al morir.


En esta misma saga encontramos otros tres recursos enfocados a la despersonalización de un grupo de personajes en concreto: los soldados imperiales o Stoorm troopers. Estos personajes se encuentran uniformados y con la cara cubierta con un casco lo que no solo les da aspecto de robots, sino que además al unificarlos por completo elimina su individualidad y su humanidad. Y por si no fuera suficiente además estos soldados son clones creados para luchar. Diluyendo aún más las posibles consideraciones morales que pudieran quedar.



Un último ejemplo del binomio alma-apariencia de la mano de otra saga: Harry Potter. La cara es el espejo del alma dice el refrán popular y simplemente leyendo la descripción del rostro de Voldemort basta para comprender el estado de su alma:
[…] había un rostro, la cara más terrible que Harry hubiera visto en su vida. Era de color blanco tiza, con brillantes ojos rojos y ranuras en vez de fosas nasales, como las serpientes.
Además en los libros queda perfectamente claro que este aspecto inhumano no se debe más que a la maldad constante a la que está sometida su alma:
Lord Voldemort parecía haberse vuelto menos humano con el paso del tiempo, y la transformación que había experimentado sólo me parecía explicable si su alma había sido mutilada hasta más allá de los límites de lo que podríamos llamar la maldad “normal”

[Spoiler alert: si no has leído Harry Potter (¿en serio?)deja de leer y ve a buscar los libros, me lo agradecerás]

Sin embargo el caso de Voldemort tiene una consideración especial en los anteriores ejemplos la pérdida de humanidad ha sido una causa colateral a su caída en el "lado oscuro". Sin embargo la maldad de Voldemort ha sido la causa directa de su aspecto inhumano. Y de nuevo aparece como causa última de la maldad de Voldemort la búsqueda de la inmortalidad y la vida eterna. Para lograr la ansiada inmortalidad Voldemort recurre a los Horrocruxes: objetos mágicos que esconden pedazos de su alma de forma que aunque acabes con su cuerpo físico no es posible matarlo ya que los fragmentos de alma que sobreviven lo impiden. Y, ¿cómo se crea un Horrocrux?
-¿Qué hay que hacer para dividir el alma?
-Verás, has de tener en cuenta que el alma debe permanecer intacta y entera. Dividirla es una violación, es algo antinatural.
-Sí, pero, ¿cómo se hace?
-Mediante un acto maligno. El acto maligno por excelencia: matar. Cuando uno mata, el alma se desgarra. El mago que pretende crear un Horrocrux aprovecha esa rotura y encierra la parte desgarrada...
Y así muerte tras muerte Lord Voldemort está un paso más cerca de la inmortalidad. Sin embargo esta inmortalidad no es gratis, implica la pérdida de toda apariencia humana. Además ata de manera muy clara el concepto del asesinato con la pérdida de humanidad: matar es el acto más inhumano que pueda hacer jamás un ser humano. Un concepto moral interesante.

Y ejemplos como estos hay miles. En libros, películas, musicales, óperas, cómics...
Pero, ¿y las excepciones?, ¿qué pasa en estas obras cuando el malo no está desdibujado, deshumanizado? La respuesta es sencilla: aparece la ambigüedad. Si no para los espectadores, al menos para los personajes. Los personajes malvados con apariencia humana son traidores y espías, esbirros al servicio de un mal mayor. Y ejemplos hay a mares. En el Señor de los Anillos Saruman, Grima lengua de serpiente incluso el propio Sauron; en Star Wars el conde Dooku, el senador Palpatine y Anakin Skywalker; y en Batman the Dark Knight Rises, Miranda Tate, el personaje interpretado por Marion Cotillard (una de las traiciones más inesperadas que yo recuerdo)

Y si aún no os he convencido de realmente el truco funciona tengo una última foto que no dejará lugar a dudas. Es la foto de uno de los personajes más icónicos, despiadados y malvados de la historia del cine.



¿No os da miedo? Claro, va con la cara descubierta. 

miércoles, 26 de junio de 2013

El vídeo de la semana: que alguien le haga un monumento a Neil Patrick Harris

Hoy traigo un vídeo de los que dejan la boca abierta. Cuando terminé de verlo me puse en pie y empecé a aplaudir a la pantalla de ordenador. Menos mal que en casa están acostumbrados a mis locuras. Es el numero musical de apertura de los premios Tony de este año. Presentados por el impresionante Neil Patrick Harris. Disfrutadlo



lunes, 24 de junio de 2013

Bye, Bye beca

La entrada de hoy va a ser un poco amarga. Lo siento, pero es tal y como me encuentro hoy.

Hoy me han dicho que no valgo para estudiar en la universidad. Que debería replantearme mi futuro porque para esto no valgo. Dios mío cómo duele. No se si duele más el orgullo, el saber que el año que viene me quedo sin beca o ver que semejante personaje ha llegado a ministro

De todas formas quiero darle las gracias Señor Wert, porque me ha dado una motivación más para seguir luchando, para seguir estudiando, para seguir trabajando con más fuerza si cabe. Yo he nacido para ser veterinaria y ni usted, ni mi media, ni nadie puede hacer nada para impedírmelo.

martes, 11 de junio de 2013

Cuéntame un cuadro: Inundación en Port Marly de Alfred Sisley

Por fin, tras varios días de camino llego a Port Marly. Durante mi camino había oído los ecos de la inundación pero no esperaba encontrar la estampa que ven mis ojos.
La calle que corre paralela a la ribera del río más parece uno de los brazos del río que fluye a su lado que la principal vía de entrada. Sin embargo la gente continúa con sus ocupaciones como si el arroyo que corre por encima de la calzada de grava no fuese más que un visitante habitual, un vecino imprevisible al que hay que disculpar su temperamento.

Ante la puerta del hotel se encuentra detenido un elegante carruaje con sus níveos caballos agitados lo que indica que las noticias que han llegado a los confines de la región tampoco han impedido a sus ocupantes llegar a Port Marly. Un botones se apresura a acercarse al carruaje para recibir presto a los dos nuevos huéspedes del hotel.
Mientras, en el porche del hotel un zagal aguarda, curioso y atento a partes iguales, para enterarse de quienes son los huéspedes que llegan y que han sobresaltado la paz del pequeño hotel y que han hecho salir al botones a la carrera con una capa que impida a la dama manchar su calzado en el barro.
Los alcaldes se acercan con aire pausado e importante por la bocacalle. Pero, al contrario que el zagal del porche y que todos los sirvientes del hotel, ellos sí que saben quiénes son los misteriosos viajeros. Pero, por ahora,-Piensa el alcalde para sí con una sonrisa en los labios-guardaremos el secreto, aunque sólo sea para disfrutar de las caras de sorpresa de la gente.

Al otro lado de la calle, un mozo se apresura en terminar su trabajo: acarrear piedras para impedir que otro embate del río vuelva a penetrar en la calle. Es el último que queda de una cuadrilla que ha estado realizando la labor durante toda la mañana. Él se ha retrasado y ahora le toca terminar solo su trabajo.
El motivo de su distracción está sólo a unos metros de él, tras la hilera de chopos que separaban el cauce del río de la calzada. Un barquero navega por el río ahora pacífico, transportando las piedras que han de servir de dique desde la orilla opuesta donde hay una pequeña cantera de rocas. Él también va retrasado en su tarea y mueve con fuerza y celeridad los remos, temiendo una reprimenda del capataz.

Miro al frente y las líneas que marcan las casas de la calle y los chopos de la ribera dirigen mi mirada al único culpable del pequeño lago que hay en la calle, ahora manso como espejo de luna.
El cielo luce azul, brillante, con una miríada de colores que serían la envidia de cualquier pintor. En él unas nubes blancas, esponjosas juegan a cambiar su forma al capricho del viento intentando disimular su falta, sólo tangible en el hilo de plata que las circunda, como único recuerdo de su plomiza furia.

Esta es la estampa que me encuentro al llegar a Port Marly, una estampa que sé que no he de olvidar.

Respiro y entro en la ciudad con aire decidido, sabiendo que ya estoy más cerca de mi destino.


domingo, 2 de junio de 2013

Profesión de Isaac Asimov

Hoy vengo con recomendación literaria. No por la historia en sí (que desde luego merece la pena) sino para que podáis entender el post que no son más que mis reflexiones sobre la historia. Así que lo primero es dejar el link al relato en castellano (si a alguien le interesa el original en inglés no tiene más que pedirlo).


No soy muy fan de la ciencia ficción, imaginarme que un futuro tal y como lo pinta Asimov en este relato me resulta bastante descorazonador. 
Mi arma contra la ciencia ficción es analizarla a la luz de los hallazgos actuales de la ciencia. Sé lo que estaréis pensando, que le estoy quitando toda el encanto y la diversión a la ciencia ficción porque ninguna novela de ciencia ficción de hace 6 décadas podría resistir ese análisis. No creáis que no sé que tenéis razón pero es mi forma de evitar la angustia que me producen los libros ambientados en el futuro y más cuando, como en este caso, son ligeramente distópicos.

Y lo encontré, este fragmento:
Santo cielo, jovencito, tu patrón cerebral está fijado
desde el nacimiento. Se puede alterar mediante un golpe tan fuerte como para
que dañe las células o porque estalle un vaso sanguíneo o por un tumor o una
fuerte infección; y siempre para peor. Pero no se alterará por pensar de una
forma especial.
El clavo ardiendo al que me puedo agarrar para calmar la angustia. Últimos hallazgos confirman que el cerebro no es rígido sino que la conexiones cerebrales pueden ir cambiando, creando nuevas y destruyéndose otras. Por esto la idea principal en la que se basa la Educación: que el cerebro es inmutable y está prefijado para una determinada profesión es falsa; el cerebro puede ir modificándose para adaptarse a los desafíos que se le van planteando. 

Sin embargo hay algo peor que imaginar que una historia de ciencia ficción distópica pueda a llegar a convertirse en realidad: darte cuenta que ya es una realidad.
Olvidaos de los aspectos futuristas; olvidaos de la máquina que mediante escáner cerebral detecta el trabajo que debe tener una persona, de las cintas para educar a la gente, de los planetas y los viajes interestelares. Centraos en la esencia misma de esa Educación: la especialización.

Ese es, precisamente el futuro de nuestro sistema educativo. No hacemos más que oírlo en cuanto se habla de educación: preparar a los estudiantes para el mundo laboral, adaptar los planes de estudios a la demanda del mercado, estudiar para poder tener un buen trabajo con un buen sueldo...
Exactamente como en el relato. En el siglo 65 te graban la cinta de tu profesión y ya estabas Educado, Educado y listo para entrar en el mundo laboral. Como ahora (salvando las distancias): entras en una universidad, apruebas tus 240 créditos, et Voila! Preparado para pasar el resto de tu vida trabajando.

¿A alguien más le parece una burrada? A mi todo esto de estudiar para trabajar me suena igual que lo de estudiar para aprobar.
Así suceden leyes de educación y planes de estudio cada vez más reduccionistas que abocan casi a la desaparición de aquellas materias "inútiles" (historia, filosofía, historia del arte, música, ética, plástica, literatura universal, latín, química, biología), retirándolas del currículum común a todos los estudiantes y relegándolas a las ramas específicas de ESO o Bachillerato.
Así no se forman estudiantes, así producimos técnicos especializados, perfectos para llevar a cabo la labor para la que han sido "programados".

¿Alguien se ha parado a pensar que debemos ser algo más que técnicos?, ¿qué somos personas?,¿qué tenemos el deber de ser ciudadanos?
Pero qué clase de ciudadanos podemos ser cuando ignoramos nuestra historia, cuando carecemos de un pensamiento crítico; cómo valorar el legado cultural de un pueblo cuando carecemos de una educación que nos lo ponga en valor; cómo podemos pretender hablar correctamente cuando no conocemos nuestra lengua, ni sus orígenes, ni las maravillas que con ella han hecho los grandes escritores; cómo vamos a emocionarnos y a vibrar con la música de Beethoven cuando no conocemos el milagro que supuso su creación; cómo vamos a entender los avances científicos que cambien el curso de la humanidad, cuando no comprendemos el concepto de biotecnología.

Entonces como resultado hay una masa de técnicos cualificados, profesionales, eficientes y altamente especializados pero también profundamente ignorantes. Sin capacidad de pensamiento propio. Y, ¿entonces qué? Como decía Pascal: ¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo si pierde su alma?
Sin conocimiento, ni pensamiento, ni creatividad no somos más que máquinas: cualificadas, profesionales, eficientes y altamente especializadas.

Personalmente, a mí no me compensa.