Cuando se pregunta a un actor que ha tenido que interpretar
un papel antagonista sobre su experiencia sus respuestas siempre suelen
comentar sobre la experiencia enriquecedora que ha sido para ellos como
actores; suelen hacer referencia a los matices del personaje, de lo interesante
que es interpretar a un personaje así y dan una explicación para la maldad del
personaje. Moralmente los antagonistas dan lugar a muchas más dudas de lo que
lo hacen los héroes. Te hacen plantearte temas tan discutidos filosóficamente
como la responsabilidad, el destino, la influencia de la educación, y del
entorno y el peso de nuestras decisiones en la determinación de lo que somos.
Estas dudas permiten a los espectadores conectar con el villano, descubrir la
humanidad que ha quedado oculta detrás de sus desmanes; y es esta conexión la
que permite sentir empatía e incluso piedad del personaje, transformando el
villano en un antihéroe. Esta sutil diferencia es la que le da toda la
profundidad al personaje que pasa de ser un arquetipo a un ser humano con sus
luces y sus sombras.
Pero esta riqueza arrastra consigo un dilema. En la
conciencia moral de todo ser humano está grabada a fuego la inmoralidad de
matar a otro ser humano; en el momento en el que identificas a un villano como un
ser humano, empatizas con él, sientes lástima e incluso llegas a cuestionarte moralmente
el hecho de que al final de la obra, el villano muera a manos del protagonista.
Esto plantea un problema al autor, cómo hacer que el
lector/espectador no identifique al villano con un ser humano y por tanto que
no sienta compasión por él. La respuesta está clara: deshumanizando al
personaje, haciendo que no parezca humano; de esta forma el dilema moral de
matar a un ser humano desaparece. Lo he llamado efecto Darth Vader
La forma más fácil y simple de hacer esto es ocultando su
nombre, dándole al personaje un nombre o apodo despectivo, de esta forma desdoblas al
villano quitándole una de las características más importantes que constituye la
humanidad de una persona. Un ejemplo muy claro de esto lo encontramos en la canción
“bárbaros” de la película de Pocahontas de Disney. Es la arenga de los líderes
de los colonos y de los indios antes de la batalla que se prepara. Es curioso
ver como el contenido de ambos discursos es el mismo, no están luchando contra
personas como ellos, se trata de bárbaros, salvajes, animalizando por completo
al enemigo, despojándolo de su condición humana y marcando una clara diferencia
entre nosotros y ellos. Curiosamente cuando ambos bandos se reconocen como
iguales la lucha termina, ambos bandos se niegan a combatir y matar a un igual.
Ya no son bárbaros, son seres humanos.
Un hecho similar ocurre al principio de los Miserables: en
la primera confrontación entre Jean Valjean y el Inspector Javert, éste se refiere a Jean
Valjean como 24601 a lo que rápidamente responde Valjean: “Mi nombre es Jean
Valjean”. En este momento recupera al tiempo su identidad y su dignidad. 24601
es un ladrón y un prófugo; Jean Valjean es uno de los más importantes héroes de
la literatura francesa.
Pero hay un paso más en la deshumanización de los personajes
cuando esconder el nombre no es
suficiente. Se trata de cubrir su cara o de desfigurarla de forma que no se
pueda reconocer de ninguna forma a la persona detrás del personaje.
Un gran ejemplo de esto lo encontramos en el Señor de los
Anillos. Muy poca gente sabe que los orcos fueron en su día elfos que fueron
torturados por Melkor (un malvado Dios élfico, o valar), hasta que se
convirtieron en seres malignos, con una apariencia repulsiva acorde a su alma
corrompida. (Esta relación entre aspecto repulsivo y alma corrupta aparece en
otras obras). Probablemente si los orcos fuesen simplemente elfos malvados podrías
sentir lástima de ellos e incluso empezar a preguntarte acerca la tragedia de
su destino; al desfigurar su aspecto se evita toda consideración moral.
Algo parecido ocurre con los Nazgul. En su día fueron poderosos
hombres: reyes, hechiceros y guerreros de la antigüedad. A través del poder de los anillos alcanzaron
gran poder, gloria y conocimiento, además de la inmortalidad. Sin
embargo sucumbieron al poder del anillo y se convirtieron en esclavos de
Sauron. En este momento se convirtieron en espectros, sólo visibles para el
portador del anillo.
En otra saga legendaria podemos encontrar ejemplos de
personajes donde el aspecto externo es un reflejo del estado del alma del
personaje. En Star Wars todos los villanos tienen un aspecto inhumano o
antinatural. Sólo hay una excepción a esta generalidad: el conde Dooku, un
hecho del que hablaré más adelante. Sin embrago hay que destacar que en esta
saga se da un paso más con respecto a la relación de la belleza y la humanidad
con el bien: villanos, que no son identificados como tal hasta que su
apariencia no ha cambiado, hasta que no han perdido su aspecto humano.
[Spoiler Alert: si no has visto las películas deja de leer y vete a
verlas ya mismo]
Esto sucede con el Emperador
Palpatine quien queda desfigurado en una lucha con el Jedi Mace Windu momentos
después de haberse revelado ante Anakin Skywalker como un maestro Sith, Darth
Sidious.
En el caso de Anakin su degradación física es una consecuencia directa
de su traición a la orden Jedi; en su lucha con Obi Wan Kenobi, quien le
perseguía para detenerle por la masacre en el templo Jedi, éste le corta las
piernas cayendo en la lava hirviente, quedando así completamente desfigurado. La
solución a su muerte casi inevitable le aleja aún más de la humanidad,
prolongando su vida de forma casi antinatural y deshumanizando aún más su apariencia.
Al final de la saga estos tres conceptos de bondad, humanidad y muerte natural confluyen.
Darth Vader se sacrifica para salvar la vida de su hijo Luke y acaba con el
emperador, quedando herido de muerte. Es en este momento cuando le pide a Luke
que le despoje de la máscara que le permite respirar para poder ver la cara de
su hijo con sus propios ojos. Renuncia a la vida artificial que la máquina le
proporciona mostrando su rostro humano, recuperando su humanidad al morir.
En esta misma saga encontramos otros tres recursos enfocados
a la despersonalización de un grupo de personajes en concreto: los soldados
imperiales o Stoorm troopers. Estos personajes se encuentran uniformados y con
la cara cubierta con un casco lo que no solo les da aspecto de robots, sino que
además al unificarlos por completo elimina su individualidad y su humanidad. Y
por si no fuera suficiente además estos soldados son clones creados para
luchar. Diluyendo aún más las posibles consideraciones morales que pudieran
quedar.
Un último ejemplo del binomio alma-apariencia de la mano de
otra saga: Harry Potter. La cara es el espejo del alma dice el refrán popular y
simplemente leyendo la descripción del rostro de Voldemort basta para
comprender el estado de su alma:
[…] había un rostro, la cara más terrible que Harry hubiera visto en su
vida. Era de color blanco tiza, con brillantes ojos rojos y ranuras en vez de
fosas nasales, como las serpientes.
Además en los libros queda perfectamente claro que este
aspecto inhumano no se debe más que a la maldad constante a la que está
sometida su alma:
Lord Voldemort parecía haberse vuelto menos humano con el paso del
tiempo, y la transformación que había experimentado sólo me parecía explicable
si su alma había sido mutilada hasta más allá de los límites de lo que
podríamos llamar la maldad “normal”
[Spoiler alert: si no has leído Harry Potter (¿en serio?)deja de leer y ve a buscar
los libros, me lo agradecerás]
Sin embargo el caso de Voldemort tiene una consideración especial en los anteriores ejemplos la pérdida de humanidad ha sido una causa colateral a su caída en el "lado oscuro". Sin embargo la maldad de Voldemort ha sido la causa directa de su aspecto inhumano. Y de nuevo aparece como causa última de la maldad de Voldemort la búsqueda de la inmortalidad y la vida eterna. Para lograr la ansiada inmortalidad Voldemort recurre a los Horrocruxes: objetos mágicos que esconden pedazos de su alma de forma que aunque acabes con su cuerpo físico no es posible matarlo ya que los fragmentos de alma que sobreviven lo impiden. Y, ¿cómo se crea un Horrocrux?
-¿Qué hay que hacer para dividir el alma?
-Verás, has de tener en cuenta que el alma debe permanecer intacta y entera. Dividirla es una violación, es algo antinatural.
-Sí, pero, ¿cómo se hace?
-Mediante un acto maligno. El acto maligno por excelencia: matar. Cuando uno mata, el alma se desgarra. El mago que pretende crear un Horrocrux aprovecha esa rotura y encierra la parte desgarrada...
Y así muerte tras muerte Lord Voldemort está un paso más cerca de la inmortalidad. Sin embargo esta inmortalidad no es gratis, implica la pérdida de toda apariencia humana. Además ata de manera muy clara el concepto del asesinato con la pérdida de humanidad: matar es el acto más inhumano que pueda hacer jamás un ser humano. Un concepto moral interesante.
Y ejemplos como estos hay miles. En libros, películas, musicales, óperas, cómics...
Pero, ¿y las excepciones?, ¿qué pasa en estas obras cuando el malo no está desdibujado, deshumanizado? La respuesta es sencilla: aparece la ambigüedad. Si no para los espectadores, al menos para los personajes. Los personajes malvados con apariencia humana son traidores y espías, esbirros al servicio de un mal mayor. Y ejemplos hay a mares. En el Señor de los Anillos Saruman, Grima lengua de serpiente incluso el propio Sauron; en Star Wars el conde Dooku, el senador Palpatine y Anakin Skywalker; y en Batman the Dark Knight Rises, Miranda Tate, el personaje interpretado por Marion Cotillard (una de las traiciones más inesperadas que yo recuerdo)
Y si aún no os he convencido de realmente el truco funciona tengo una última foto que no dejará lugar a dudas. Es la foto de uno de los personajes más icónicos, despiadados y malvados de la historia del cine.
¿No os da miedo? Claro, va con la cara descubierta.
Y ejemplos como estos hay miles. En libros, películas, musicales, óperas, cómics...
Pero, ¿y las excepciones?, ¿qué pasa en estas obras cuando el malo no está desdibujado, deshumanizado? La respuesta es sencilla: aparece la ambigüedad. Si no para los espectadores, al menos para los personajes. Los personajes malvados con apariencia humana son traidores y espías, esbirros al servicio de un mal mayor. Y ejemplos hay a mares. En el Señor de los Anillos Saruman, Grima lengua de serpiente incluso el propio Sauron; en Star Wars el conde Dooku, el senador Palpatine y Anakin Skywalker; y en Batman the Dark Knight Rises, Miranda Tate, el personaje interpretado por Marion Cotillard (una de las traiciones más inesperadas que yo recuerdo)
Y si aún no os he convencido de realmente el truco funciona tengo una última foto que no dejará lugar a dudas. Es la foto de uno de los personajes más icónicos, despiadados y malvados de la historia del cine.
¿No os da miedo? Claro, va con la cara descubierta.