No soy muy fan de la ciencia ficción, imaginarme que un futuro tal y como lo pinta Asimov en este relato me resulta bastante descorazonador.
Mi arma contra la ciencia ficción es analizarla a la luz de los hallazgos actuales de la ciencia. Sé lo que estaréis pensando, que le estoy quitando toda el encanto y la diversión a la ciencia ficción porque ninguna novela de ciencia ficción de hace 6 décadas podría resistir ese análisis. No creáis que no sé que tenéis razón pero es mi forma de evitar la angustia que me producen los libros ambientados en el futuro y más cuando, como en este caso, son ligeramente distópicos.
Y lo encontré, este fragmento:
Sin embargo hay algo peor que imaginar que una historia de ciencia ficción distópica pueda a llegar a convertirse en realidad: darte cuenta que ya es una realidad.
Olvidaos de los aspectos futuristas; olvidaos de la máquina que mediante escáner cerebral detecta el trabajo que debe tener una persona, de las cintas para educar a la gente, de los planetas y los viajes interestelares. Centraos en la esencia misma de esa Educación: la especialización.
Ese es, precisamente el futuro de nuestro sistema educativo. No hacemos más que oírlo en cuanto se habla de educación: preparar a los estudiantes para el mundo laboral, adaptar los planes de estudios a la demanda del mercado, estudiar para poder tener un buen trabajo con un buen sueldo...
Exactamente como en el relato. En el siglo 65 te graban la cinta de tu profesión y ya estabas Educado, Educado y listo para entrar en el mundo laboral. Como ahora (salvando las distancias): entras en una universidad, apruebas tus 240 créditos, et Voila! Preparado para pasar el resto de tu vida trabajando.
¿A alguien más le parece una burrada? A mi todo esto de estudiar para trabajar me suena igual que lo de estudiar para aprobar.
Así suceden leyes de educación y planes de estudio cada vez más reduccionistas que abocan casi a la desaparición de aquellas materias "inútiles" (historia, filosofía, historia del arte, música, ética, plástica, literatura universal, latín, química, biología), retirándolas del currículum común a todos los estudiantes y relegándolas a las ramas específicas de ESO o Bachillerato.
Así no se forman estudiantes, así producimos técnicos especializados, perfectos para llevar a cabo la labor para la que han sido "programados".
¿Alguien se ha parado a pensar que debemos ser algo más que técnicos?, ¿qué somos personas?,¿qué tenemos el deber de ser ciudadanos?
Pero qué clase de ciudadanos podemos ser cuando ignoramos nuestra historia, cuando carecemos de un pensamiento crítico; cómo valorar el legado cultural de un pueblo cuando carecemos de una educación que nos lo ponga en valor; cómo podemos pretender hablar correctamente cuando no conocemos nuestra lengua, ni sus orígenes, ni las maravillas que con ella han hecho los grandes escritores; cómo vamos a emocionarnos y a vibrar con la música de Beethoven cuando no conocemos el milagro que supuso su creación; cómo vamos a entender los avances científicos que cambien el curso de la humanidad, cuando no comprendemos el concepto de biotecnología.
Entonces como resultado hay una masa de técnicos cualificados, profesionales, eficientes y altamente especializados pero también profundamente ignorantes. Sin capacidad de pensamiento propio. Y, ¿entonces qué? Como decía Pascal: ¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo si pierde su alma?
Sin conocimiento, ni pensamiento, ni creatividad no somos más que máquinas: cualificadas, profesionales, eficientes y altamente especializadas.
Personalmente, a mí no me compensa.
Y lo encontré, este fragmento:
Santo cielo, jovencito, tu patrón cerebral está fijado
desde el nacimiento. Se puede alterar mediante un golpe tan fuerte como para
que dañe las células o porque estalle un vaso sanguíneo o por un tumor o una
fuerte infección; y siempre para peor. Pero no se alterará por pensar de una
forma especial.
El clavo ardiendo al que me puedo agarrar para calmar la angustia. Últimos hallazgos confirman que el cerebro no es rígido sino que la conexiones cerebrales pueden ir cambiando, creando nuevas y destruyéndose otras. Por esto la idea principal en la que se basa la Educación: que el cerebro es inmutable y está prefijado para una determinada profesión es falsa; el cerebro puede ir modificándose para adaptarse a los desafíos que se le van planteando.
Sin embargo hay algo peor que imaginar que una historia de ciencia ficción distópica pueda a llegar a convertirse en realidad: darte cuenta que ya es una realidad.
Olvidaos de los aspectos futuristas; olvidaos de la máquina que mediante escáner cerebral detecta el trabajo que debe tener una persona, de las cintas para educar a la gente, de los planetas y los viajes interestelares. Centraos en la esencia misma de esa Educación: la especialización.
Ese es, precisamente el futuro de nuestro sistema educativo. No hacemos más que oírlo en cuanto se habla de educación: preparar a los estudiantes para el mundo laboral, adaptar los planes de estudios a la demanda del mercado, estudiar para poder tener un buen trabajo con un buen sueldo...
Exactamente como en el relato. En el siglo 65 te graban la cinta de tu profesión y ya estabas Educado, Educado y listo para entrar en el mundo laboral. Como ahora (salvando las distancias): entras en una universidad, apruebas tus 240 créditos, et Voila! Preparado para pasar el resto de tu vida trabajando.
¿A alguien más le parece una burrada? A mi todo esto de estudiar para trabajar me suena igual que lo de estudiar para aprobar.
Así suceden leyes de educación y planes de estudio cada vez más reduccionistas que abocan casi a la desaparición de aquellas materias "inútiles" (historia, filosofía, historia del arte, música, ética, plástica, literatura universal, latín, química, biología), retirándolas del currículum común a todos los estudiantes y relegándolas a las ramas específicas de ESO o Bachillerato.
Así no se forman estudiantes, así producimos técnicos especializados, perfectos para llevar a cabo la labor para la que han sido "programados".
¿Alguien se ha parado a pensar que debemos ser algo más que técnicos?, ¿qué somos personas?,¿qué tenemos el deber de ser ciudadanos?
Pero qué clase de ciudadanos podemos ser cuando ignoramos nuestra historia, cuando carecemos de un pensamiento crítico; cómo valorar el legado cultural de un pueblo cuando carecemos de una educación que nos lo ponga en valor; cómo podemos pretender hablar correctamente cuando no conocemos nuestra lengua, ni sus orígenes, ni las maravillas que con ella han hecho los grandes escritores; cómo vamos a emocionarnos y a vibrar con la música de Beethoven cuando no conocemos el milagro que supuso su creación; cómo vamos a entender los avances científicos que cambien el curso de la humanidad, cuando no comprendemos el concepto de biotecnología.
Entonces como resultado hay una masa de técnicos cualificados, profesionales, eficientes y altamente especializados pero también profundamente ignorantes. Sin capacidad de pensamiento propio. Y, ¿entonces qué? Como decía Pascal: ¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo si pierde su alma?
Sin conocimiento, ni pensamiento, ni creatividad no somos más que máquinas: cualificadas, profesionales, eficientes y altamente especializadas.
Personalmente, a mí no me compensa.
I'm glad you reflected upon the story, a bit sad you didn't link to the original version ;P
ResponderEliminarJokes aside, I'm really happy to know it prompted at least some reflection. It isn't always easy to try to make connections arising from a Sci-Fi story: most people, like you, don't like it or feel uneasy with it; it doesn't resonate with others; some, finally, are simply bored by it.
What you just did is a scrutiny... fair enough. But it was also an interpretation of the dangers you see lurking behind extreme productivity and technology, it is...well, many things. If I really like this story, and if it has grown on me, it's because it represents what to me is good fiction: it's an inexhaustible source of analysis, reflection, and above all, questions.
Brain plasticity, or neuroplasticity, seems to be quite firmly grounded. It's not just your last hope, it can also be the point of departure for further, more philosophical questions: does pre-determination (of any sort) exist? Destiny, even? Are we the masters of our knowledge, boundless, free to choose what to fill our brain with, and how?
My father hinted at neuroplasticity, most probably without knowing so, when I first asked him what he thought I needed syntax for in primary education. He told me: "whatever the practical use is, I don't know for sure; and you still don't know what you'll become. But at the very least it will help you structure your thoughts, it will help you to think". That was my last straw of hope. Anything one lives, like an unpleasant subject, can be viewed as a learning experience. Thus, we learn to think, to make hypotheses and review them: about the world, about ourselves, about our values. No subject is useless when you look at it that way.
Syntax became one of the hardest, and most rewarding, subjects I ever had to study in higher education. Part of the lesson my father taught me was never to underestimate something, and to look at things from a different angle. Two lessons one can also find expressed in Profession.
I love that short story, really, even if I'm not a great fan of Asimov's style, nor am I what you would call passionate about Sci-Fi. I just love the questions it raises.
Reading your entry today reminded me why I chose MY profession... or why it chose me.
Thank you!